La premisa que usan las autoridades estatales para, al margen de las recomendaciones federales, que como sea dejaron todo al arbitrio y criterio de las locales, ordenar a la de ya la reapertura adelantada de la mayor parte de los negocios, los centros de reunión, los gimnasios y hasta los restaurantes, es que la economía local se ahoga, y ellos apenas tienen recursos para paliar los efectos de la crisis económica que vino aparejada con la pandemia, sabiendo que es cierto que la Federación se desentendió de las cuitas de los estados y de los indicadores de que la economía va a pique.
Es allí, por cierto, donde le fallan todas las cuentas, y todos los pronósticos, que AMLO se sacó de la manga lo de los nuevos indicadores de bienestar, aunque con millones de desempleados, la caída del ingreso de las familias mexicanas y todos los demás signos que ya refleja el PIB, no se entiende otra cosa que se trata de unos indicadores a modo para presumir que todo marcha sobre ruedas, a pesar de que no hay mejor indicador para medir la marcha de nuestra economía que ver cómo los descalabros personales y familiares crecen y se multiplican cada día.
Amén de éstas y otras barbaridades, la urgencia se impone y el Gobierno autoriza a que comerciantes, restauradores, dueños de hoteles, directivos de fábricas de todo tamaño y casi todo el mundo con negocio pueda comenzar a operar mañana, con un protocolo de medidas de protección y contra la propagación de contagios, que parece no ser suficiente rigurosa para evitar los rebrotes.
Ese mismo sentido de urgencia es el que está impidiendo aprender en cabeza ajena y ver que los países que ya reiniciaron el retorno a la ‘nueva normalidad’, que por cierto es un concepto acuñado en España y no por AMLO, lo hicieron cuando la curva de contagios y muertes mostraba ya claros signos de ir en bajada, lo que ya vimos que no es el caso aquí, donde ayer se superaron los 800 contagios y no hay indicios ni de que esa representación gráfica se aplane y mucho menos tenga ya tendencia descendente.
Incluso la alcaldía, antes reacia a avalar los llamados al apuro que venían del Palacio, dijo que permitirá la apertura, salvo con la excepción de bares y cantinas que, en el entendido de que aquí ya cada cual hace lo que quiere, no vemos por qué tengan que ser marginados, pues el mismo riesgo corre un comensal de un restaurante tal, que el parroquiano de cualquiera de los bares que abundan en la capital y los municipios.
Ayer los médicos chinos, donde ya están padeciendo los temidos rebrotes, alertaban incluso de que los nuevos casos que vienen registrando en las jornadas recientes pueden ser a causa de una mutación del COVID-19, un aviso que debería ser tomado en cuenta en el trance de relanzar las actividades económicas.
Como sea las autoridades estatales ya lanzaron la moneda al aire en lo que parece ser una apuesta a que el azar les sea venturoso y la medida termine por ser afortunada, siempre con muchas posibilidades de que no sea así y cuando se apostó por la cara, la moneda termine cayendo en cruz.