San Juan, 8 nov (EFEUSA).- El famoso astrólogo puertorriqueño Walter Mercado, fallecido el sábado por un fallo renal, fue sepultado este viernes en un cementerio de San Juan, donde sus familiares lo recordaron como una persona que vivió en santidad, positiva y quien nunca expresó alguna palabra soez.
Tras ser velado varios días en la Funeraria Puerto Rico Memorial en Santurce (San Juan) y en el Ateneo Puertorriqueño, en el Viejo San Juan, la comitiva fúnebre partió después del mediodía de la mencionada funeraria hasta el Señorial Memorial Park and Funeral Home, en Cupey, sector de la capital, donde sería sepultado.
El coche fúnebre que cargaba al famoso astrólogo fue conducido por Yaditza Cruz, empleada de la Funeraria Puerto Rico Memorial, desde la funeraria, pasando por el Expreso Las Américas, hasta llegar al cementerio.
En el camposanto, los familiares, amistades y seguidores de Mercado esperaban el ataúd para darle el último adiós al famoso astrólogo, quien también se destacó como bailarín y actor.
A su llegada al cementerio, un trío de músicos de cuerda -un chelo, un violín y una guitarra- amenizaban el momento, interpretando emblemáticas canciones puertorriqueñas, como «Preciosa», «Verde Luz» y «Soñando con Puerto Rico».
El ataúd, a su vez, fue engalanado con una bandera de Puerto Rico y una pava, símbolo del jíbaro puertorriqueño y que llevaba escrito el nombre de la isla caribeña.
Fue uno de los sobrinos de Mercado, Jeshua Mercado, quien arrancó el duelo recordando a su famoso tío, a quien describió como el «maestro universal, el maestro del mundo», mientras el resto de los familiares portaban una rosa amarilla.
«El telón ha caído en la Tierra para el cuerpo de Walter Mercado. La función ha terminado. Ya descansa en paz. Descansa en paz, porque ya es eterno», afirmó Jeshua, quien leyó varias páginas que escribió y resaltó la vida de su tío.
«Nunca pensé que este día iba a llegar», dijo Jeshua, quien destacó como «hermoso el amor de un pueblo» hacia la familia del famoso astrólogo tras su fallecimiento.
Jeshua, a su vez, indicó que aunque su famoso tío tuvo residencias en Nueva York, Miami o Las Vegas, prefirió morir en el sector capitalino de Cupey, pues allí es donde residió la mayoría del tiempo.
«Hoy culmina un tránsito terrenal de un gran hijo, hermano y tío. y por sobretodas las cosas el mejor de los amigos. Aquí depositaremos el cuerpo, más no el espíritu, nuestro mensajero de la paz», resaltó Jeshua del famoso adivinador, a quien también describió como «el jefe gravitacional de nuestro universo».
Agregó que su tío fue «puesto en nuestro camino por el Divino Creador para difundir y diseminar por el mundo un mensaje de paz, un mensaje claro e inequívoco, de que el amor no conoce de razas, ni de sexo, ni fronteras, ni religiones, porque el amor cuando es noble y genuino, y se convierte en el motor que mueve a la humanidad».
«Era nuestro oráculo. Tenía la contestación a cualquier pregunta o como decía Betty, ‘era nuestro Google'», continuó Jeshua resaltando la vida de su tío e incluyendo la mención de otra de las sobrinas del astrólogo.
«La separación física duele, duele mucho. Pero con ella nace la transformación de la materia al espíritu, que está repartido entre todos los miembros de su familia. Walter fue bendecido con muchos dones, pero su principal, con Dios. Vivió en total y absoluta santidad», prosiguió.
Jeshua contó además que de su tío «nunca escuché decir una sola mala palabra, un improperio, un insulto ni desearle el mal a nadie, pues sabía de primera mano que lo que desearías en la Tierra, tarde o temprano, tendría consecuencias en la eternidad».
«Te amaremos hoy, mañana y siempre, porque lo único que recibimos de ti fue amor», culminó Jeshua el duelo, dándole un beso al féretro.
Mientras tanto, la pastora Esther Mantilla sostuvo que el alma de Mercado al morir «estaba lista», y que tras su muerte, ahora «goza de alegría y plenitud por tanta presencia de amor rodeada por todos ustedes».
El féretro de Mercado fue despedido rodeado de sus familiares, quienes también rezaron el Padre Nuestro, el avemaría y cantaron «Cuando un amigo se va» mientras lanzaban las rosas amarillas sobre el ataúd.