De un día para otro, la Secretaría de Salud informó que había cambiado la metodología para registrar defunciones y contagios por la Covid-19, por lo que en 24 horas subió a 25 mil el número acumulado de casos positivos, y en más de dos mil el de decesos. Así seguirá aumentando la estadística, en la medida en que las entidades empiecen a proporcionar sus datos conforme a la nueva metodología. Lo que se prefirió manejar con muy bajo perfil, es que la nueva información no se colocará en la base de datos abiertos y tampoco será desglosada. En pocas palabras, se dio un cerrojazo a la información para ocultar que estamos en el umbral de la segunda ola de la pandemia.
Lo que quieren esconder en el Gobierno tiene su origen en lo que sucedió hace poco más de una semana en el gabinete de seguridad, que se lleva a cabo de lunes a viernes a las seis de la mañana en Palacio Nacional, donde Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud y responsable de la lucha contra el coronavirus, le informó al presidente Andrés Manuel López Obrador que los casos positivos se estaban incrementando, por lo cual realizarían un monitoreo detallado, porque se podría estar al inicio de la segunda ola de la pandemia de la Covid-19, cuyos síntomas ya les habían provocado alertas.
Aunque el número de contagios y decesos, en efecto se ha desacelerado, la positividad de los casos empezó a mostrar una tendencia al alza muy aguda desde el 23 de septiembre, cuando el 36.6% de aquellos donde se aplicaban las pruebas, resultaba positivo, de acuerdo con Our World in Data Covid-19. Cuando López-Gatell informó al Presidente lo que estaba sucediendo, México se encontraba en 40 puntos. El subsecretario no detalló en el gabinete de seguridad el incremento en porcentaje de casos positivos, pero no es un dato menor. Para el 30 de septiembre, el 46.9% de las personas que se aplicaban la prueba, daba positivo.
Desde marzo, el director ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud, Michael Ryan, señaló que entre más casos positivos se estén registrando, la señal que está enviando la enfermedad que es hay “muchos casos más que no se han encontrado”. Estos porcentajes se elevan de manera exponencial si en los países no se aplican suficientes pruebas, o como en México, las pruebas como método para conocer el avance de la enfermedad, nunca se aplicó. Ryan dijo que en los países donde se realizaron pruebas masivas, menos del 12% de ellas resultaron positivas.
México es uno de los países que menos pruebas ha hecho durante los 10 meses de la pandemia, y el que menos ha aplicado en América Latina. Al 30 de septiembre había suministrado 78 por cada millón, y en lo que va de octubre solamente 34.7 por cada millón. Hasta el 30 de septiembre se habían aplicado diariamente en México 12.91 pruebas por cada mil habitantes, la cifra más baja en todo el continente, de acuerdo con la información pública disponible por país. Sus niveles son similares a los de algunas naciones africanas y los Estados más pobres en el sureste asiático.
El pico de casos positivos confirmados registrado en México fue el 2 de agosto, cuando se contabilizaron 9,556, de acuerdo con Our World in Data Covid-19, y de ahí se dio un desaceleramiento. El 22 de septiembre se llegó a tener casi el mismo número de casos positivos que los que se habían tenido el 9 de junio, cuando comenzó la escalada al pico, pero como en el caso de la positividad, volvió a subir. El número de casos positivos no es lo mismo que la positividad, cuya variable resulta del número de casos sospechosos que se confirma están contagiados, que es lo que la Secretaría de Salud comenzó a detectar el 23 de septiembre.
El cambio de metodología anunciado por la Secretaría de Salud fue el segundo cambio metodológico que ha realizado durante la pandemia. Con una enfermedad que todavía no termina de entenderse en toda su dimensión, no es inusual que haya cambios de método para medirla. Lo que no es usual, que es lo que está pasando con el Gobierno mexicano, es que los cambios vayan aparejados con una mayor opacidad.
El primer cambio metodológico fue en la semana epidemiológica 16, cuando dejaron de dar los estimados para evitar que las proyecciones matemáticas independientes contradijeran la información oficial que se proporcionaba. El segundo se ha dado durante la semana epidemiológica 40, que está en curso, en donde se incluyó en la estadística a los casos confirmados por diagnóstico. Sin embargo, al no incluir la información en la base de datos, ni la UNAM ni el Conacyt pudieron actualizar hoy su tablero de datos de la Covid-19. Paralelamente, el desglose que proporcionó la Secretaría de Salud tampoco permitía tener información que pudiera corroborarse independientemente.
Lo que está sucediendo, en los hechos, es que la información sobre el coronavirus sólo puede provenir de la Secretaría de Salud, pero al no proporcionar las herramientas para poder acceder directamente a ella, prácticamente está pidiendo, sin decirlo, que se le tiene que creer —porque de otra forma, tampoco se puede contrastar lo que difunden y corroborar si están difundiendo información verídica.
Ésta ha sido la dialéctica del Gobierno a lo largo de la pandemia. En un principio, López-Gatell optó por ignorar las críticas o las sugerencias que le hacían expertos en epidemiología –como algunos de sus profesores, incluso-, y en otras dedicarse a atacar a Medios de Comunicación que lo confrontaban con sus investigaciones. Hoy, el Gobierno ha ido más allá, al anunciar que la información será ambigua, dejando todo a conjeturas, como el momento en que oficialmente inicie la segunda ola de la Covid-19, que quieren ocultar de la nación.